jueves, 18 de octubre de 2012

La autodeterminación y lecciones de democracia

Últimamente el tema de Catalunya está acaparando muchísimas portadas y titulares de periódicos españoles y también a nivel internacional. Es un problema para el actual gobierno español que le está dando y seguirá dando  muchos dolores de cabeza. La historia de Europa en cuestión a sus fronteras ha sido fluida y en las últimas décadas se han visto unificaciones (Alemania), rupturas (Unión Soviética), guerras (Yugoslavia) y divorcios (Checoslovaquia). Existen otros conflictos independentistas mayormente en Europa del este y España no es el único país europeo que tiene territorios que reclaman la independencia. Aquí analizamos la situación de Kosovo, Escocia, y Catalunya.

Independencia declarada - Kosovo

Kosovo se independizó de Serbia y se declaró como República independiente en 2008. A día de hoy ha sido reconocida como tal por 92 países de la ONU, por todos sus vecinos y miembros de la ex-Yugoslavia (excepto Serbia) y casi toda la Unión Europea, con la notable excepción de España. Ya dijo Garcia-Margallo cuando fue nombrado Ministro de Asuntos Exteriores en 2011 "somos incompatibles con cualquier declaración, conclusión o afirmación que suponga la consagración y el reconocimiento de la declaración unilateral de independencia". Pese a esta negativa la Union Europea ve conveniente comenzar conversaciones de pre-ingreso de Kosovo al club y ha lanzado un aviso a Serbia de que debe normalizar las relaciones con Kosovo si no quiere cerrarse las puertas de Bruselas. El veto de España traerá problemas a su candidatura, pero el reconocimiento al dialogo  por el conjunto Europeo en democracia, ya es un hecho en sí. La razón de la negativa por parte de España ante esta cuestión está más que clara.

La Vanguardia: Bruselas accede a negociar el preingreso de Kosovo pese al no de España

Independencia por referéndum- Escocia

Escocia se unió como país a Inglaterra firmando el Acta de Unión en 1707 después de ser aprobado bajo votación en el parlamento escocés. Así nació el Reino Unido y cabe destacar que es una de las democracias más antiguas del mundo. Tampoco hay una constitución escrita pero asume la Declaración Universal de los Derechos Humanos y diferentes textos legislativos que hacen las veces de constitución. En 1997 se convocó un referéndum en Escocia (y otro en Gales) en el que un 75% se pronunció a favor de la devolución de poderes, y al siguiente año el Gobierno del Reino Unido concedió mayores niveles de soberanía a Escocia, restableciendo el Parlamento Escocés. En mayo de 1999 Escocia tuvo sus primeras elecciones para su Parlamento y en julio celebró su primera sesión por vez primera desde que el parlamento previo había sido disuelto en 1707.

Aunque Escocia, país integrante del Reino Unido, ya tiene una cierta independencia el movimiento nacionalista quiere una independencia total. Esta fue una promesa electoral que hizo el SNP (Scottish National Party) antes de ganar las últimas elecciones y que ha negociado con el Primer Ministro David Cameron. Reino Unido como la democracia real y madura que es, ha actuado como tal, y ha permitido que se convoque un referéndum vinculante para que los escoceses puedan elegir su propio destino en 2014. En el Reino Unido sería impensable el discurso que se oye en España de que para que vote Escocia tendría que votar todo el Reino Unido, ya que se da por hecho que es decisión exclusiva de los escoceses. Parece que tampoco existe el discurso catastrofista y apocalíptico sobre la ruptura del país, y no se está asustando a la población con una posible salida de la UE, ya que esa opción no se contempla porque Escocia ha sido miembro de la UE como parte del Reino Unido desde 1973.

Sí, es verdad que no existen mecanismos legales para resolver la eventualidad de una independencia o secesión, y representantes de la Comisión Europea han dicho que cuando una parte de un estado se independiza deberá volver a solicitar el ingreso como si lo hiciese desde el principio y tendrá que ser puesto a votación de los miembros, ya que el estado del que se separa podría votar en contra. Para Escocia esto no sería un problema ya que los británicos no suelen hacer política de castigo como hace España. Habría que preguntarse si Escocia se independizara si España vetaría su ingreso o pertenencia en la UE viendo las repercusiones que esto podría tener para Catalunya, y como ha hecho con Kosovo. También cabe la posibilidad, y es solo teoría de que Escocia no decida formar parte de la UE y opte por formar parte del Área Económico Europeo, al igual que otros países como Noruega, uno de los más ricos del mundo, e Islandia que ha sido un ejemplo de recuperación de la crisis económica. 

El eslogan del SNP a favor de la independencia es "Independencia en Europa" y una asociación de iguales con el Reino Unido. El SNP apuesta por una nueva y estrecha relación con el resto del Reino Unido, que continuaría y consolidaría una unión social en vez de una unión política, siempre en el marco de la UE con el mercado libre y una cooperación extensiva. La Reina Isabel II seguiría siendo la jefe de Estado y seguirían teniendo la libra como divisa. Los escoceses hasta seguirían viendo sus programas favoritos en la BBC, pero el mayor cambio sería que el futuro estaría en sus manos exclusivamente, y apuestan por una independencia en un mundo interdependiente. La realidad es que las encuestas a día de hoy están en contra de una independencia, pero lo importante es dar al pueblo la oportunidad de que puedan decidir si hay un sector importante que así lo pide bajo una victoria electoral. La gran diferencia entre el ejemplo escocés y catalán es el talante del país del que se quiere independizar para ejercer esa libertad. España debería aprender de esta importante lección de democracia.

http://www.snp.org/vision/better-scotland/independence

Independentismo en auge - Catalunya

La actual crisis económica ha dejado una mella muy profunda en toda España. Catalunya ha sido gran motivo de polémica por cuestión económica ya que el actual Presidente de la Generalitat, Artur Mas no ha conseguido que se otorgue un nuevo pacto fiscal que se convirtió en icono del nacionalismo catalán y que Catalunya ve como imprescindible para la sostenibilidad de la sanidad, enseñanza, y su dignidad.

El nacionalismo ha dado paso al independentismo basado en el principio de que Catalunya es una nación, aludiendo a su historia, cultura, lengua propia y al derecho civil catalán, y sobre la afirmación de que Catalunya no alcanzará su máxima plenitud cultural, social ni económica mientras forme parte de España. El independentismo no es un fenómeno nuevo pero recientemente se rompió el tabú sobre este tema y ha estallado a la actualidad de todos los medios. El Gobierno central tacha de inconstitucional una posible convocatoria de referéndum en Catalunya y parece ridículo que diga que deben decidir todos los españoles porque  la constitución habla de "la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles". Solo que a día de hoy la unidad es cada vez más frágil y el derecho democrático está por encima de estas imposiciones que podrían modificarse.

No es nuestra labor ponernos a favor o en contra de si Catalunya debe o no ser independiente, porque eso (al igual que Escocia) es competencia y decisión exclusiva de Catalunya. Las estadísticas reflejan que al menos el 75% de los catalanes están a favor de un referéndum. A partir de ahí los catalanes que no quieren ser españoles y los catalanes que sí quieren seguir siendo parte de España deberían decidir. El margen para que se pueda proclamar la independencia es algo que se debería fijar, pero esos detalles y condiciones se negocian una vez que una consulta ha sido aprobada. 

Para una relativa y jóven democracia como la española, que aun tiene algunos vestigios de una dictadura fascista en las altas esferas del poder, quizás el concepto de permitir un referéndum para que los catalanes decidan en las urnas le viene grande. Es incomprensible que el deseo de una gran parte de cerca de 7 millones de personas se vea mermado por un patriotismo estéril, y que un país moderno y libre pueda tener una actitud tan intransigente y retrógrada. En democracia la voz del pueblo se oye en las urnas y cuando los gobiernos y políticos no responden entonces se oyen en la calle como ocurrió en la Diada de 2012, cuando más de 1 millón de catalanes reivindicaron el derecho a ser una nación. Lo que la rancia derecha no parece darse cuenta es que la voluntad de un pueblo no puede ser ignorada ni reprimida, y cuanto más se castigue, acose, y reprima, más pierden y más rechazo a España habrá. 

Nosotros en Gibraltar lo entendemos perfectamente porque esa ha sido nuestra realidad por no querer ser españoles, a pesar de haberlo decidido con una abrumadora mayoría en dos referendos, España sigue sin aceptarlo ni respetarlo.

Desde Gibraltar siempre hemos visto a Catalunya con una sensibilidad especial
y damos todo nuestro apoyo para que puedan ejercer la autodeterminación. Difícilmente podrá España contener y apagar la llama de movimiento independentista, como se dice en inglés "the cat has been let out of the bag", ya no tiene vuelta atrás. Corren otros tiempos y las represiones dictatoriales no tienen lugar en Europa - la democracia es la clave para que este tema se resuelva, solo hace falta que el Gobierno de España se de cuenta.
Visca Catalunya lliure!

Una breve (pero larga) historia de Catalunya

Las diferencias entre la situaciones de Catalunya y Gibraltar son muchas; población, tamaño, cultura, y política, pero la historia nos da un punto de encuentro en común con el Tratado de Utrecht. Durante la Guerra de Sucesión, Catalunya se alió con los ingleses en contra de la corona española. Con el fin de la guerra se firmó el Tratado de Utrecht (Tratado de la Paz) donde y el artículo XIII se refería a Catalunya. Brindaba una amnistía a los catalanes y su patrimonio, aseguraba que sus “antiguos privilegios” siguiesen intactos y les garantizaba los mismos derechos que al resto de los españoles. Sin embargo ese complejo Tratado abrió paso para la conquista de Catalunya y Barcelona fue bombardeada y asediada durante 14 meses hasta su capitulación sin condiciones el 11 de septiembre de 1714. Su independencia constitucional se vio finalizada y comenzó una de las represiones más duras de su história. Se impuso la ley castellana, se expropió el patrimonio de los catalanes, se centralizó el poder, y se suprimió su lengua.

Durante la segunda mitad del siglo XVIII Catalunya se convirtió en el foco de la revolución industrial española. Hubo un renacentismo cultural, se le dio énfasis a la lengua catalana y nació el nacionalismo como solución que acoplaba autonomía política y cultural con integración económica en el mercado español. Durante los años 30 del siglo pasado Catalunya pudo saborear brevemente la autonomía política, pero eso se acabó con la dictadura de Franco. Durante ese tiempo la identidad catalana, su cultura y su lengua fue suprimida y perseguida.

Con la transición llegó la democracia y la restauración de la Generalitat Catalana. Con el nuevo Estatuto de Autonomía Catalunya se define como nación y se reconoce el catalán como lengua propia de Catalunya, que alcanza la oficialidad junto al castellano. Catalunya es hitóricamente una de las regiones más prósperas de España, y fueron muchos los españoles de otras regiones que emigraron a Catalunya por trabajo y se establecieron allí.